lunes, 9 de marzo de 2015

...Si me quisiera...si le importase...

Las frases que titulan este post seguro que las has escuchado o dicho alguna vez. Creo que a medida que avanza la lectura de la entrada, las contextualizarás.

Es muy típico encontrar algún miembro de la pareja enfadado, frustrado, encasillado en que algo va mal, en que el otro u otra no pone de su parte para que funcione la relación, que no quiere entenderle, o que le lleva la contra constantemente.

En la mayoría de los casos, la dificultad reside en que no nos centramos en las aportaciones del otro, en su apuesta, en lo que la otra parte sí está haciendo por la relación. No nos percatamos de ello, o lo hacemos muy sutilmente, porque no es lo que esperamos, lo que queremos, no coincide con lo que haríamos, con la manera de actuar que elegiríamos. No aceptamos que el otro/a, es otro/a.

Como no encaja en nuestro "marco", es decir, como no cumple nuestras expectativas, nos frustramos. Nos sentimos mal. Decepcionados incluso. Y creamos en nosotros mismo un "sistema de alerta". No va a pasar desapercibido cualquier patrón de comportamiento de este tipo, con el objetivo de reforzar esa idea principal que hemos elaborado: ... si me quisiera... si le importase...

La buena gestión en estos casos para no sentir malestar sería, generar unas expectativas reales sobre la relación social, admitir que la otra persona es distinta a nosotros, y que probablemente, actuará de manera diferente, en ocasiones generará opiniones distintas a las nuestras sobre un mismo tema, y optará por una vía de solución que no corresponde con la que nosotros hemos elegido.
De esta manera, no entraremos es un bucle. Y por tanto, no sufriremos deterioro a nivel personal ni de la propia relación.

Siempre recurro a un símil para comprender mejor este error... Gritar a una persona que habla distinto idioma al nuestro no le va a hacer entender lo que le queremos decir. Pues en el caso de las relaciones sociales, amorosas o no, no por mucho enfadarse, gritar y devaluar al otr@, le va a hacer entender y compartir nuestro punto de vista.
Como digo esto es aplicable a cualquier relación social, entre amigos, padres, compañeros de estudios o trabajo, etc. no siempre tiene que ser amorosa.

La peculiaridad cuando la relación es amorosa, es que de nuestra pareja, esperamos más, nos vemos con el derecho a exigir más, y también entran en juego mitos asociados a la pareja ideal; "llevamos tanto tiempo juntos que pensamos igual" ... "sabía que era mi media naranja, piensa como yo"...


Si te has sentido identificado/a, puede ser buen momento para empezar a actuar de otra manera, y reeducar algunos comportamiento.


Y recuerda, en la variedad está la diversión.




* Rocío Barrientos, Psicóloga & Sexóloga *
www.alcaladehenarespsicologa.es

1 comentario:

  1. Muy cierto... No nos damos cuenta de que no es que la otra persona no nos comprenda, no es que no le importemos... es que no podemos pretender que la otra persona piense, sienta y actúe como nosotros lo haríamos porque es justamente otra persona diferente a nosotros mismos.

    ResponderEliminar